martes, 2 de febrero de 2016

A solas con Peter Lanzani y Rafael Ferro


Perro Que Habla inaugura febrero con dos entrevistas exclusivas a los protagonistas de Equus, luego de presenciar lo que fue la segunda función de su estreno en la sala Piazzolla del Auditorium.

La impactante obra dirigida por Carlos Sorín, que narra el tratamiento psiquiátrico de un joven que se ve involucrado en un extraño episodio en el que ciega a cuatro equinos, tuvo un exitoso debut el pasado fin de semana en Mar del Plata, que se vio reflejado con el gran marco de público que fue testigo de sus primeras dos presentaciones en el Teatro Auditorium.

De este modo, todos los viernes y sábados de febrero, marplatenses y turistas podrán disfrutar de Equus en la sala Astor Piazzolla (del mencionado teatro). Esta obra, que tuvo varias representaciones de distintas clases en el mundo, llegó por primera vez a la Argentina en 1976, bajo la dirección de Cecilio Madanes, con los protagónicos de Miguel Angel Solá y Duilio Marzio.

A priori, cabe decir que es muy difícil que una buena historia, un buen guión y un gran elenco – que completan Alicia Muxo, Josefina Pieres, Eugenia Alonso, Alejandro Polledo, entre otros – no hagan de Equus una propuesta seductora. Sin dudas, es una obra tan recomendable como conmovedora.


"La obra está como la soñamos. Es un equipo lindísimo de amigos donde nos disfrutamos mucho y estar acá en el Auditorium es mejor todavía; así que a disfrutar, a ser felices y esperemos que a la gente de Mar del Plata le guste y pueda disfrutar también de Equus", dice un Lanzani al que se le escapa una sonrisa pero también el cansancio.

No es para menos. Junto con el psiquiatra que encarna Rafael Ferro es, sin dudas, el papel más complejo y controvertido que tiene lugar en la obra. "Hay que pasar por diferentes estados para poder tocar con las teclas justas y conectar con las emociones que va transitando el personaje", explica Peter.

Pero esa complejidad no lo inhibe para nada. Al contrario, lo luce. Con gran naturalidad, logra ponerse en la piel de Alan Strang, un "niño" de 17 años que es fruto de la crianza de una madre afectiva pero de dogmas católicos y de un padre tan ausente como ortodoxo. Esos extraños vínculos familiares convierten a Alan en un joven inseguro, volátil, profundamente confundido entre delirios y perversiones.


Por su parte, Rafael Ferro - que también tiene una actuación descollante - reconoce su rol como un desafío "complejo pero muy lindo". Personifica a Martín Dysart, un psiquiatra que por momentos se asemeja más a un frío detective y que trata de comprender la locura que mantiene inmerso a Alan. "Son un espejo el uno del otro", afirma. "Se van modificando mutuamente y yo creo que, de hecho, sale más modificado el psiquiatra que el paciente".

De esa relación que se construye entre ambos, nace el eje principal de la obra de Peter Shaffer: la pasión. A partir del personaje de Lanzani, Martín se da cuenta que, en realidad, su vida no ha sido más que libros de la Grecia Antigua y un matrimonio monótono, aburrido, con el que nunca se ha sentido feliz. Mientras que Alan, al galopar por única vez en su niñez, ha sabido tener mucha más emoción que la que él tuvo en toda su vida.

Pero esa frustración que reconoce Dysart, también despierta cierta contradicción: "curarlo" para la sociedad significaría entonces quitarle su esencia y convertir a Alan en un "fantasma" para el resto de su vida. “Se pueden destruir las pasiones, pero no crearlas”, reza una de las frases más contundentes de Martín.


Otra de las “propuestas interesantes” para Ferro, fue la posibilidad de trabajar con Carlos Sorín – de larga y reconocida trayectoria en la pantalla grande – en su debut como director teatral. “Me parecía un experimento interesante. Fue muy agradable laburar con él y con toda la gente del elenco. Se armó un grupo bueno y eso creo que se ve en el escenario”.

En la misma línea, Peter Lanzani no guardó elogios para Sorín y lo describió como un director “impresionante”. Está claro que para su juventud, es un desafío pero también un gran aprendizaje la posibilidad de trabajar con directores de la talla de Carlos Sorín o Pablo Trapero (en 2015, con el film “El Clan”, que batió récords de audiencia) que confirman su rápida maduración actoral en este último tiempo.